Tras el largo proceso de desalojo de los inquilinos que ocupaban los locales comerciales de la planta baja, se inician las obras de adaptación del inmueble a los fines museísticos en octubre de 1958 bajo la dirección de Santiago Santana y Néstor Álamo. Además de los cambios necesarios en la instalación eléctrica y de abasto de agua, las obras alterarán el perfil de la casa, especialmente en el ámbito de los patios. En el patio principal se instalará un pozo con brocal de piedra de Ayagaures, siguiendo los parámetros de actuación llevados a cabo en la Casa de Colón. Mayores serán los cambios introducidos en el patio interior, creando una galería simétrica en un ámbito que incorporaba un lavabo, un baño y una estancia cubierta que existía delante de la cocina. Todos los accesos interiores de la planta baja fueron igualmente modificados al objeto de generar el pasillo central hoy existente.

El 30 de enero de 1959 la Secretaría General del Cabildo le comunicaba a Rafael Inglott del Río, de la sección de Arquitectura “que la adaptación de las obras de la casa de la calle Cano 33, destinada a albergar el museo galdosiano, deberá estar ultimada el 18 de julio” de ese mismo año, fecha prevista de apertura de la Casa-Museo. El 14 de julio de 1959 se solicitaba al Ingeniero Jefe de la Jefatura de Industria que se autorizara a la Unión Eléctrica de Canarias para que se procediera al tendido de una acometida provisional para obra, ya que “se hace necesario el alumbrado en la Casa Galdós, por estarse trabajando durante la noche”.

La cocina actual se rehará por completo más tarde. Para ello se tomaron como referencia patrones de la arquitectura tradicional canaria dado que la casa había estado habitada hasta octubre de 1958 y contaba, naturalmente, para entonces, con agua, luz y gas.